En 1943, en pleno conflicto bélico, Nueva York se convirtió en la sede de un evento que marcaría un hito en la historia de la moda: la primera Fashion Week. Este evento no fue solo un despliegue de creatividad y estilo, sino también un audaz intento de desviar la atención de la moda parisina, que en aquel momento estaba paralizada por la ocupación nazi.
El impulso para este evento histórico provino de Eleanor Lambert, una publicista de moda que vio la oportunidad de destacar a los diseñadores estadounidenses. La Semana de la Moda se realizó en un contexto donde los diseñadores franceses, como Christian Dior, enfrentaban adversidades extremas. Dior, después de dejar el ejército parisino en 1942, perseguía su sueño en una París ocupada, mientras su hermana, Catherine Dior, sufría persecución por su papel en la Resistencia Francesa.
El evento de Nueva York permitió a los diseñadores americanos mostrar sus obras que, hasta entonces, habían sido eclipsadas por el dominio de la moda europea. Los desfiles se celebraron en lugares exclusivos como oficinas de moda de lujo y hoteles prestigiosos, con modelos que desfilaban en silencio, marcadas con números para facilitar los pedidos de los asistentes, quienes eran principalmente clientes y amigos cercanos de los diseñadores.
Este audaz inicio de la Fashion Week en Nueva York no solo desafió las dificultades del momento, sino que también puso las bases para lo que se convertiría en una tradición global en la industria de la moda. Además, iniciativas como The Fashion Calendar de Ruth Finley surgieron poco después, organizando y fortaleciendo la estructura de futuros eventos de moda, belleza y cultura.
Este momento histórico demostró que incluso en tiempos de guerra, la moda puede servir como una poderosa expresión de resiliencia y renovación.